En el último texto que les compartí se habla de las aventuras de Odiseo (Ulises para los romanos) durante su accidentado regreso a la patria, luego de que participó heroicamente en la Guerra de Troya (ciudad cuya zona geográfica se ubica en la Turquía actual y que será tema de una próxima colaboración dedicada a las bellas provincias de este país).
De las numerosas lecciones que pueden derivarse de la Odisea es la certeza de que todo viaje es un aprendizaje: una experiencia provechosa en donde nos enfrentamos a lo desconocido, a los otros y también a nosotros mismos. De ese encuentro múltiple e impredecible saldrá, sin duda, esa sabiduría invaluable que nos hará mejores seres humanos, más gentiles y tolerantes. Cierto, al toparnos con esos mundos y personas diferentes conocemos fortuna y desventura, sorpresas agradables y desdichadas, camaradería o desdén, solidaridad o rechazo; pero siempre, al compendiar las tristezas con las alegrías, se conseguirá un resultado óptimo en el plano educativo y civilizatorio.
Este 25 de julio comienza el Congreso del Partido Demócrata en Estados Unidos. Debido a que el resultado de la elección presidencial de noviembre le atañe a México y al mundo en general, y no sólo al país vecino del norte, vale la pena hacer aquí una breve reflexión al respecto. La candidatura de Donald Trump es, en virtud de su programa proteccionista, racista, xenófobo y mesiánico, una amenaza política latente que pondrá en vilo al planeta en los próximos meses. En el complejo mundo de la política nada es absoluto ni definitivo, pues los acontecimientos futuros que la determinan pueden variar insospechadamente a última hora. Sin embargo, con los datos duros a la mano hasta el momento presente, me atrevo a predecir que el candidato republicano perderá las elecciones frente a Hillary Clinton, quien se convertirá en la primera mujer en ocupar la presidencia de Norteamérica. En este análisis de prospectiva electoral, resumido en siete puntos, auguro asimismo que el Partido de Obama ganará la mayoría en las dos cámaras que conforman el parlamento estadounidense, terminándose de esta manera la nefasta parálisis que en los últimos años ha caracterizado la dinámica política de Washington.
- Donald Trump no goza del apoyo pleno del Partido Republicano, y prominentes miembros de este instituto político, como la familia Bush o los dos pasados ex candidatos a la presidencia, le han negado su respaldo explícito. Otros líderes poderosos piensan, según han dicho, abstenerse o hasta boicotearlo.
- Su discurso de odio contra migrantes, mujeres, musulmanes, mexicanos, chinos, minorías, etc., hace del magnate un candidato muy endeble y limitado en su crecimiento electoral. Ya en las dos elecciones anteriores, la victoria de Obama tuvo al voto arcoíris (minorías, jóvenes, migrantes, etc.) como la clave de su victoria. En estos sufragios la polarización es más evidente, y ese mismo voto multicolor saldrá masivamente a respaldar a Clinton, aún a pesar de las antipatías que ella despierta en el electorado joven y antisistema.
- La situación económica del país, no obstante el deteriorado poder adquisitivo en ciertas zonas y de algunos sectores de trabajadores urbanos y rurales, es mejor que hace siete u ocho años, y por lo tanto el discurso catastrofista y mesiánico del empresario se enfrentará a la realidad incuestionable: el reducido pero sostenido crecimiento de la economía estadounidense. Igual sucede en el ámbito de la política exterior. La popularidad de Obama como estadista ha crecido y es mucho mayor fuera que dentro del país, sin que ésta sea tan mala como la de los últimos presidentes al concluir su mandato.
- Los planteamientos proteccionistas, ultranacionalistas y antiliberales de Trump son inaceptables para la mayoría de los grandes corporativos empresariales, los cuales en esta ocasión no han invertido recursos financieros a favor del candidato republicano. Y en una competencia electoral en donde el dinero privado resulta tan decisivo, como sucede en los Estados Unidos, quien no cuente con él tiene escasas probabilidades de ganar.
- El contraste entre la experiencia administrativa y política de Hillary Clinton y la bravuconería y el maniqueísmo de Donald Trump saldrán a relucir en los debates entre ambos candidatos. Veremos, pues, que una cosa es decir barbaridades ante un público enajenado ideológicamente (los ultraderechistas y la población anglosajona resentida) y otra muy distinta resulta enfrentarse en polémicas formales y constantes en cobertura informativa nacional, ya que ahora cada mentira, gesto o ex abrupto tendrán un costo en votos.
- El grueso de los intelectuales, los más importantes medios de comunicación, la mayoría de los actores de Hollywood, las principales universidades del país, no obstante las críticas que les merezca el Partido Demócrata y la propia Clinton, a última hora y frente a la grave amenaza que representa un candidato pro fascista como Trump, seguramente votarán a favor de Hillary.
- En plena liza electoral saldrán muchos “trapitos al sol” de ambos candidatos, pero en el caso de la candidata demócrata ya todo lo importante fue ventilado y superado (los correos electrónicos privados, el caso de la embajada en Libia), mientras que para el republicano todavía tiene pendiente ante la justicia la resolución del fraude cometido por las universidades que llevan su apellido, y aún están en curso de sentencia las acusaciones de acoso sexual que varias mujeres han ratificado contra él durante los últimos días. Sin duda, éstas y otras muchas situaciones escabrosas saldrán a la luz pública en el marco de una contienda álgida y despiadada en pos de ocupar la Casa Blanca.
En el contexto de un mundo globalizado que no ha superado la recesión económica mundial, saturado de múltiples problemáticas sociales (narcotráfico, trata de personas, migraciones, refugiados, cambio climático, desequilibrios económicos) y que padece la amenaza terrorista de fundamentalistas islámicos y de “lobos solitarios” mentalmente desequilibrados, sin duda el resultado de la elección presidencial norteamericana de noviembre de este año pasará a la historia como el suceso político más trascendente de los últimos tiempos.